martes, 6 de julio de 2010

Casi fuimos un estado fallido…

Pedro José Madrigal Reyes
Tras unos días sin ninguna publicación, que no sin
actividad política, he tenido una serie de debates al
respecto de la situación socioeconómica y política de
Nicaragua previa al gobierno actual. Y es que, en mi
opinión, se mal entiende la razón fundamental de
esa circunstancia que no llegó a producirse gracias
al ascenso al poder del gobierno sandinista y a los
pueblos hermanos integrados en el ALBA… Este es
un esbozo de lo ocurrido, y que no es en modo
alguno aislado, sino que es extrapolable a otras
naciones que han sido victimizadas por el capitalismo
neoliberal.

Ocurre que durante 16 – 17 años de neoliberalismo
se produjo el desmantelamiento del estado, se
vendieron todas las empresas rentables de la nación
en medio de actos de corrupción –en caso contrario
no serían adquiridas por ninguna inversionista-,
acompañado de la disminución drástica de la
inversión en sectores esenciales para el desarrollo
social como es el caso de salud, educación, etc.;
que provocó un estado calamitosos en todo el
engranaje social… La reducción de los presupuesto
respondió a una políticas neoliberal reconocible
–obedecer las órdenes de pago, que no recomendaciones,
del FMI-; todo con el único propósito de formar parte
de ese grupo de países a los que se les denominó
países altamente endeudados, con el objeto de que
se nos condonara parte de la deuda externa –no toda-
a costa de las aspiraciones del ciudadano común.
Es la venta –a unión FENOSA- y nula inversión en el
sector energético la verdadera causa de que estuviéramos
al borde del caos, al borde de ser considerados estado
fallido -con el concurso de los organismos monetarios internacionales, de los especuladores que recompran
esas deudas, y de los políticos corruptos, hoy
enquistados en la oposición- y de la migraciones
masivas ocurridas desde los noventas. Y es que
todo estado requiere de unas cuotas estables y
creciente de energía para poder mantener la
producción en óptimas condiciones, de esa producción
dependerá el crecimiento económico domésticos y
finalmente la capacidad del estado de generar trabajo
y bienestar…
Con el FSLN, se rompe esa tendencia. Se nos integra
en el ALBA y mediante ese organismo conseguimos
las cuotas de petróleo a precios más asequibles que
podemos sufragar con divisas o productos –mercado
justo, que viene a rivalizar con las viejas maneras del
mercado internacional al que estábamos sometidos-;
proceso acompañado con el desarrollo de políticas
encaminadas a independizarnos en ese sector,
mediante la obten
ción de energías más limpias. Y este es el logro
más importante de cuantos se están produciendo,
pues este asegurará que el bienestar y desarrollo
social sea posible para todos y sostenible…

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