IDEARIO BOLIVARIANO
Venezuela vive momentos estelares. La victoria de agosto de 2004 y la “Definición del
Nuevo Mapa Estratégico” los días 12 y 13 de noviembre de 2004, en el Taller de Alto
Nivel, dirigido por la Presidencia de la República, constituyen el salto adelante para
continuar en la construcción de un nuevo país.
Dentro de los diez grandes objetivos estratégicos definidos, el tercero plantea:
“Avanzar aceleradamente en la Construcción del Nuevo Modelo Democrático de
Participación Popular”, para lo cual se definen como herramientas las siguientes:
- Programas de Formación Sociopolítica dirigidos a facilitadores, facilitadoras y participantes
de todas las misiones.
- Programas conjuntos de Formación Sociopolítica a las personas que ejercen funciones
públicas y líderes comunitarios.
-El propósito del Componente de Formación Sociopolítica de la Misión Vuelvan Caras
está inscrito en la búsqueda de las definiciones necesarias para consolidar la
Revolución Bolivariana en función de una sociedad libre, cooperativa, democrática,
participativa, autodeterminada, consciente, que rompa con las relaciones de dominación
propias del modelo capitalista imperante en esta sociedad.
Se trata de una educación liberadora que contribuya a la construcción del poder
popular y a la emancipación social e individual. Es una formación para guiar nuestras
acciones teniendo presente nuestras ideas bien claras hacia la afectación de las
relaciones de producción capitalista: de propiedad, mercantiles y la división social
del trabajo. Asimismo, se trata de un acumulado de valores para llevarlos a la práctica
y formar una nueva ciudadanía, que actúe de otra manera para investigar sus
propias realidades, que logre educarse para ejercer su autonomía, que haga de la
comunicación liberadora una herramienta para la unidad, y de la organización una
práctica diaria para abordar las realidades que se deben transformar en función del
interés emancipador.
-Los Núcleos de Desarrollo Endógeno de la Misión Vuelvan Caras serán uno de los campos
de aplicación del Componente de Formación Sociopolítica, con sujetos y sujetas
en contextos determinados, enmarcado en el propósito estratégico del cambio de
modelo de producción. Por otro lado y bajo la misma línea de acción, el Componente
de Formación Sociopolítica se perfila hacia las comunidades organizadas y a las instituciones
de la administración pública.
El Componente de Formación Sociopolítico está constituido por los siguientes ejes
temáticos:
Cada eje temático se aborda en un cuaderno, con el propósito de conocer los contenidos,
el método y la didáctica, además se utilizarán recursos audiovisuales de apoyo
para complementar la formación.
Al tener una concepción y un método coherentes con el propósito ya definido creemos
estar contribuyendo de manera definitiva y humilde con el reto planteado, es decir la
construcción de una nueva sociedad.
ELEMENTOS FUNDANTES
Los elementos que dan origen a la propuesta formativa del eje temático Ideario bolivariano,
proceso popular y coyuntura histórica, están contenidos en los materiales
siguientes:
Las obras y discursos de Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora.
El árbol de las tres raíces y el plan Nacional Simón Bolívar. Hugo Rafael Chávez Frías.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 1999.
El Nuevo Mapa Estratégico. 10 objetivos estratégicos para la profundización de la
Revolución Bolivariana. Presidencia de la República. Fuerte Tiuna, Caracas, noviembre
de 2004.
El Desarrollo Endógeno y la Misión Vuelvan Caras. Carlos Lanz. Caracas, mayo de
2004.
Plan de Formación Permanente del Minep
Memoria del 1er. Taller de Formadores de formadores, Colectivo de Sistematización.
Aragua, enero 2005
Cuaderno de la Escuela “Negro Primero”. Maracay, Aragua
(sin fecha)
Simón Rodríguez, el Preceptor de Bolívar. Leonardo Depestre. Febrero de 2004.
PRESENTACIÓN DEL EJE TEMÁTICO
Ideario bolivariano, proceso popular y coyuntura histórica son unos de los temas
principales desarrollados por el programa de formación sociopolítica. En él se propone
una puesta en común de los principales elementos que configuran la historia
de las luchas del pueblo venezolano y de los pueblos latinoamericanos contra la
opresión y para conquistar la libertad e igualdad para todos y todas.
Primeramente, se identifican los elementos principales que configuran la herencia
histórica libertaria de nuestro pueblo, comenzando por la heroica resistencia de
nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes; el movimiento independista bolivariano;
el marxismo y la lucha armada revolucionaria de los años 60 y 70.
En la segunda sección, se analiza la vigencia del árbol de las tres raíces, teoría que
rescata y actualiza el pensamiento de Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel
Zamora. Si bien existen otras fuentes de gran relevancia, las ideas de estos tres
venezolanos inmortales configuran
las tres raíces principales del fundamento
filosófico de la Revolución
Bolivariana.
Por último, se revisa el desmoronamiento
de la democracia
representativa, modelo político
hecho a la medida de los intereses
de los sectores dominantes; y se
revisan las luchas recientes del
movimiento popular venezolano
para conquistar una democracia
verdadera, que forman
parte de la herencia histórica
libertaria. Finalmente, se presentan los
principales elementos del actual proceso
revolucionario, que se nutre de
todas las fuentes de nuestra herencia
y que inicia su consolidación con el
triunfo electoral del presidente Chávez.
I. HERENCIA HISTÓRICA LIBERTARIA
La historia de los pueblos latinoamericanos está marcada por un conjunto de hechos,
vivencias y experiencias de rebeldía en contra de las imposiciones de las oligarquías y
los factores de poder externos. Formamos parte de un continente que fue sistemáticamente
violentado y explotado por los europeos a partir de la invasión (no “descubrimiento”)
de estas tierras que luego llamaron América, y que se inició con la llegada de
Colón en 1492.
Estas luchas y resistencias cruzan toda nuestra historia, hasta el día de hoy. Por un lado,
las clases explotadoras defienden modelos de desarrollo y de democracia que excluyen
a las mayorías de sus beneficios. Por otro lado, las mayorías populares luchan por
construir alternativas verdaderamente democráticas, que nos permitan alcanzar una
verdadera democracia al servicio de nuestros intereses como pueblos.
En correspondencia con las ideas de uno de los grandes pensadores de nuestra
América, el maestro Simón Rodríguez, creemos en la necesidad de desarrollar ideas y
organizaciones originales, a partir de nuestra realidad como pueblos. Sólo así podremos
resistir las embestidas del poder y del capitalismo salvaje y el secuestro de nuestras
identidades culturales.
Para ello, partimos de las experiencias del movimiento popular, y el conjunto de ideas
y postulados que le han dado vida a los procesos populares revolucionarios de
Latinoamérica y el Caribe. Es un esfuerzo consciente por cohesionar un proceso político
que integre la diversidad de las corrientes revolucionarias. Esta herencia histórica
libertaria se alimenta de diversas fuentes.
1. La resistencia indígena
Desde el momento en que los invasores europeos llegaron a Abya-yala -Tierra En Plena
Madurez, como llamaban los indígenas Kuna de Panamá al continente Americano-los
pueblos originarios emprendieron una brava resistencia contra la dominación extranjera
en sus territorios. Estas primeras rebeliones contra los invasores son expresiones de
lo que hoy se conoce como Guerra Asimétrica.
Los europeos adelantaron prácticas de exterminio, sometimiento y en muchos casos de
genocidio, contando con una inmensa superioridad militar. Sin embargo, los esfuerzos
de los invasores por eliminar las culturas y civilizaciones indígenas fueron en vano. Los “conquistadores”
fueron enfrentados valientemente durante cientos de años, a través de las distintas
formas de resistencia política y cultural de los pueblos originarios. Así, la historia de
América está íntimamente ligada a sus heroicas gestas de resistencia y los levantamientos
insurgentes, como el caso de Tupac Amarú en Perú.
Al llegar la Independencia, las oligarquías que traicionaron los ideales de libertad e igualdad
de nuestros Libertadores, se negaron a reconocer su existencia como pueblos. Posteriormente,
la mayoría de regímenes “democráticos” han hecho todo lo posible por eliminar las culturas
de los pobladores originarios, y asimilarlos a una cultura importada.
Sin embargo, gracias a su heroica resistencia, la mayoría de pueblos indígenas han logrado
mantener sus identidades contra viento y marea. Hoy, en el marco del renacer de la América
rebelde, se incorporan a las luchas y conquistas populares y al magno ensayo por encontrar
nuestro camino como pueblos.
En casi todo el continente se mantienen en pie de lucha, como es el caso del movimiento
zapatista en Chiapas (México), las luchas de los y las indígenas en Ecuador y Bolivia y la resistencia
Mapuche en Chile. En Venezuela, la Constitución Bolivariana reconoce ampliamente
sus derechos como pueblos originarios y reivindica sus aportes a la historia patria. En otras
repúblicas, las clases dirigentes se ven obligadas a reconocerlos como pueblos.
En el caso venezolano, rescatamos el coraje de nuestros caciques, que todavía hoy nos
siguen inspirando con su ejemplo de entrega y valentía: Guaicaipuro, Tamanaco,
Chacao, Baruta, Aramaipuro, Aricabuto, Tiuna, Guaicamacuto, Arichuna, Guaratari,
Queipa, Catia, Cayaurima, Chicuramay, Cuaicurian, Conopaima, Sorocaima,
Mamacurri, Guarauguta, Manaure, Mara, Maracay, Meregote, Murachi, Naiguata,
Paisana, Paramacay, Paramaconi, Pariata, Maiquetia, Terepaima, Yaracuy, Yare, Yavire,
Paramaiboa, Pariaguan, Yoraco, Prepocunate.
2. La resistencia afroamericana
La historia de los afroamericanos y afroamericanas es también la historia de un genocidio
y de una resistencia heroica. Luego de ser secuestrado el pueblo en diversos lugares
del África Central y obligados a trabajar como esclavos y esclavas, los africanos, africanas
y sus descendientes desarrollaron múltiples formas de resistencia frente a la salvaje
explotación impuesta por españoles, ingleses, franceses y portugueses. Estas formas
de resistencia son denominadas “cimarronaje”, conjunto de acciones que realizaban
abierta o encubiertamente para luchar por la libertad.
El cimarronaje logró desarrollar espacios libertarios en distintos puntos geográficos del
continente, donde los esclavos liberados y las esclavas liberadas vivían en comunidades
libres. En estos enclaves, denominados cumbes, palenques o quilombos, se conso-
lidaron relaciones de ayuda mutua y cooperación al margen de la sociedad esclavista.
El más notorio de los quilombos es el Quilombo dos Palmares, al nordeste de Brasil, el
cual se mantuvo en rebeldía durante casi cien años. Esta comunidad de hombres y
mujeres libres llegó a contar con un sistema integral que incluía ejércitos de defensa,
escuelas, producción agrícola y pecuaria, entre otros.
Entre los cumbes que se conocen en Venezuela, podemos nombrar el Ocoyta
(Barlovento), liderado por el Negro Miguel; el de Yaracuy, liderado por el Negro
Andresote, y el de Cata, en la costa de Aragua. Asimismo, es preciso destacar la extraordinaria
lucha que llevó a cabo José Leonardo Chirino, quién logró estructurar un movimiento
libertario armado, y desde las serranías de Coro proclamó la necesidad de construir
una República de iguales en el año 1795.
A pesar de los esfuerzos de la historia oficial de limitar el alcance de su presencia,
la historia de las resistencias y la cultura popular latinoamericana y caribeña
están íntimamente ligadas al extraordinario aporte de las comunidades afroamericanas.
Hoy, en el marco del proceso revolucionario de democratización de
nuestra sociedad, las comunidades afrovenezolanas se incorporan activamente al
proceso de construcción de la nación.
3. El bolivarianismo revolucionario
Simón Bolívar fue un gran visionario que abandonó una vida acomodada para dedicar
su alma entera al gran proyecto de liberar a los pueblos de América del yugo de la
dominación imperial. Con sus planes patriotas y su liderazgo político y militar, atrajo a
los y a las afrodescendientes, a los mestizos y mestizas, a los llaneros y llaneras a luchar
hasta alcanzar la libertad y la igualdad.
La sucesión de batallas y campañas emancipadoras se convirtieron en una gran revolución,
que logró poner punto final al dominio de los españoles en casi todo el continente.
El proyecto encabezado por Bolívar tuvo su concreción en la fundación de diversas
repúblicas donde antes había capitanías y virreinatos. A su vez, sus intentos por unificar
los países latinoamericanos tuvieron su máxima expresión en el Congreso
Anfictiónico de Panamá.
Sólo las traiciones e intrigas de las oligarquías acabaron con el sueño de consolidar una
comunidad americana de repúblicas de iguales. Sin embargo, durante los próximos dos
siglos sus luchas inspiraron las luchas y ansias de libertad de los pueblos de América.
Retomamos de nuestro Libertador que la patria es la América toda, y que debemos
empeñar todo nuestro esfuerzo en la conformación de una gran nación gloriosa, más
por su libertad que por sus riquezas. Hoy, su pensamiento motiva al pueblo venezolano
y a los pueblos hermanos hacia la conquista de nuestra segunda independencia.
4. El cristianismo liberador
La invasión española llegó a nuestras tierras con espada en mano y con la bendición
de la Iglesia Católica. Sus funcionarios traicionaron el mensaje liberador de Jesús, bendiciendo
el genocidio e imponiendo con sangre y fuego una religión ajena a los pueblos
indígenas.
Sin embargo, desde el comienzo de este episodio de nuestra historia, surgieron resistencias
en el mismo seno de la Iglesia. Así lo atestigua la labor de denuncia de Fray Bartolomé
de las Casas y otros cronistas que siguieron su ejemplo. Con el transcurso del tiempo, la
fuerza liberadora del Jesús de los pobres inspiró a hombres y mujeres en muchos lugares
de la Patria Grande, que desde las iglesias, parroquias, comunidades de base y grupos
clandestinos, dieron sus vidas a favor de las luchas de los pueblos.
Estas luchas de cristianos y cristianas dieron pie al nacimiento del movimiento de la
Teología de la Liberación. Se trata de una expresión genuina de la Iglesia popular latinoamericana,
que promueve la lectura crítica y liberadora de la Biblia y el compromiso
con los y las pobres y con los valores de solidaridad. Con el auxilio de las ciencias
sociales, la Teología de la Liberación promovió la concientización y la renovación
litúrgica, en procura de la libertad de los pueblos oprimidos.
Este movimiento obligó a las respectivas jerarquías religiosas a ocuparse del tema de
la opción por los pobres. Sin embargo, la secular traición de la jerarquía al mensaje
del Cristo libertario les llevará a asumir posturas hostiles contra estos nuevos movimientos,
que serán tildados de comunistas. A pesar de la persecución, no podrán
acallar la voz y las luchas sociales que los cristianos de base asumen en todos los
países del continente, a partir del rescate del mensaje del Cristo de los pobres.
En Venezuela, la Teología de la Liberación tuvo diversos líderes de la talla de Juan
Torcate, Dionisio Méndez, Exeario Sosa Luján, Oscar Fréitez, Juan Vives Suriá, Migda
Mazuera y Ramón Castillo. Además de sectores de la Iglesia Católica, rescatamos el
aporte de gente de la Iglesia Presbiteriana y de Iglesias como la Unión Evangélica
Pentecostal Venezolana, en cuya sede ubicada en La Piedad (Lara), nació el Grupo
Caleb, de trayectoria revolucionaria. Desde el Caleb, Carlos Lanz sistematizó el
método Invedecor, el cual guía la formación sociopolítica de la Misión Vuelvan
Caras.
5. El marxismo y la resistencia armada revolucionaria
Los modelos capitalistas sobreviven gracias a la aplicación de la violencia institucional
en lo político, económico, cultural y social, como medio para garantizar
la dominación de las mayorías. Esto ocurre tanto en las dictaduras como en las
democracias representativas excluyentes. El pensamiento marxista analiza críticamente
las relaciones de poder entre la clase capitalista y la clase trabajadora,
y propone la toma del gobierno por parte de las clases populares, para garanti-
zar la colectivización de los medios de producción y el tránsito hacia el socialismo.
Su fuerza ha inspirado múltiples luchas populares, con resultado desigual.
En los años 60 y 70 se multiplicaron las iniciativas insurgentes en nombre del
marxismo y la lucha emancipadora de los pueblos. Estas luchas facilitaron el
surgimiento de una conciencia clasista y revolucionaria en el continente y en
el resto del Tercer Mundo. La revolución cubana es el mejor ejemplo de
cómo un pueblo alzado en armas, gracias a una férrea formación ideológica,
puede llevar a cabo un proceso de transformaciones que beneficie a las
mayorías. El discurso y acción de sus dos principales líderes, el “Che”
Guevara y Fidel Castro, son fuente de inspiración para luchadores de todos
los continentes.
El marxismo también inspiró un nuevo movimiento de resistencia popular en
Venezuela, que asumió la lucha armada como respuesta legítima contra las
fuerzas militares que defendían el orden social injusto impuesto por el capitalismo.
Entre las causas que llevaron al fracaso de estos movimientos se
encuentra la falta de base popular. Sin embargo, la lucha de los años 60 alimentó
la conciencia entre los trabajadores urbanos, campesinos y los estudiantes
y conduce a plantear una alternativa frente a la democracia representativa.
Este es el principal aporte político que la resistencia armada hace al
movimiento popular.
Entre los luchadores revolucionarios venezolanos que fueron torturados, desaparecidos
y asesinados por gobiernos anteriores, podemos citar a Jorge
Rodríguez (Liga Socialista), el catire Rincón y los 72 combatientes del Frente
Américo Silva, masacrados en Cantaura, Noel Rodríguez, Fabricio Ojeda
(PRV-FALN), Alberto Lovera (PCV), y los masacrados de Yumare (1986). Estas
luchas contaron con la poesía revolucionaria
de los cantores populares; tal es el
caso del extraordinario aporte del
cantor del pueblo Alí Primera, cuyas
canciones fueron y siguen siendo
alimento espiritual para los
sectores populares que impulsan
constantemente la creación
de una sociedad más
justa y más solidaria.
II. EL ÁRBOL DE LAS TRES RAÍCES
“Si perdemos de vista nuestro árbol, nos quedaremos un día sin la flor en la mano”
Alí Primera
El proyecto de la Revolución Bolivariana tiene su sustentación filosófica en el llamado
árbol de las tres raíces, que recoge el pensamiento y acción de tres grandes revolucionarios
venezolanos: Simón Rodríguez, Simón Bolívar y Ezequiel Zamora.
Esta teoría fue desarrollada por un grupo de militares venezolanos que crearon en
los años ochenta un movimiento clandestino revolucionario y bolivariano, con el
objetivo de liberar al pueblo venezolano de la desigualdad, la pobreza y la dominación
oligárquica.
Hugo Chávez, su principal líder, ha señalado que el carácter bolivariano del proceso
revolucionario es “una necesidad imperiosa para todos los venezolanos,
para todos los latinoamericanos y los caribeños fundamentalmente. Rebuscar
atrás, en las llaves o en las raíces de nuestra propia existencia, la fórmula para
salir de este terrible laberinto en que estamos todos... Así estamos los venezolanos
hoy, tenemos que mirar el pasado para tratar de desentrañar los misterios del
futuro, de resolver las fórmulas para solucionar el gran drama venezolano de
hoy”.
El proyecto revolucionario que estos tres hombres gestaron, con el concurso del
resto de libertadores y el pueblo en armas, no ha logrado consolidarse hasta
ahora. Por ello, sus ideales, junto con los del resto de los Libertadores, tienen un
encuentro pendiente con la victoria. Hoy, los poderes creadores del pueblo y el
compromiso del gobierno revolucionario avanzan juntos hacia su definitiva concreción.
A continuación, se analizan los aspectos centrales del pensamiento de
estos tres venezolanos inmortales, que hoy toma vida de la mano de la
Revolución Bolivariana del Siglo XXI.
1. Primera raíz: Simón Rodríguez
“El Curso natural de las cosas es un torrente que arrastra con lo que se encuentra
y vuelca lo que se le opone. Esta fuerza es la que hace las revoluciones.
Los hombres que figuran en ellas son instrumentos de la necesidad”.
Simón Rodríguez, Sociedades Americanas
Simón Rodríguez fue un gran pensador venezolano, latinoamericano y universal,
precursor y protagonista de las gestas de nuestros libertadores. Se caracterizó por
un sentido estricto de la honestidad y por la trascendencia revolucionaria de sus
ideas sociales, políticas y de educación. Además de ser maestro del Libertador, se
nutrió de las ideas libertarias de su época para desarrollar un pensamiento original,
centrado en la necesidad de hallar un camino propio para los pueblos latinoamericanos.
El objetivo y aspiración de toda su actividad intelectual fue servir a la liberación
de los pueblos sometidos por el yugo del imperio español y a su integración en
hermandad. A través de sus métodos para una educación liberadora, propugnó la
emergencia del nuevo hombre americano y la creación de Repúblicas de hombres
y mujeres libres.
Simón Rodríguez utilizó a menudo el seudónimo de Samuel Robinson, por lo que
su sistema de pensamiento es conocido como robinsoniano. Debido a su originalidad,
puede considerarse como fundador de la historia de la filosofía política
libertadora venezolana. De él, Simón Bolívar llegó a decir que era “el hombre
más extraordinario del mundo”. En una carta al Libertador Santander, afirmó:
“Fue mi maestro, mi compañero de viajes, y es un genio... Cuando yo lo conocí
valía infinito”.
Educación popular para todos y todas
“Los Pueblos de hoy quieren mejorar su suerte, porque es mala, pueden mejorarla,
porque nada se opone, y dicen [con mucha razón] que a la instrucción
todos tienen derecho - y que el fin de la sociedad es oponerse al abuso de la
fuerza física”
Simón Rodríguez
El pensamiento innovador y la acción ejemplarizante de Simón Rodríguez brilló
especialmente en el campo de la educación. Para él, la finalidad de la educación
no era formar aristócratas, sino hacer de todos los habitantes verdaderos ciudadanos
al servicio de la República. Las herramientas para lograrlo son una educación
liberadora, el trabajo dignificante y la participación activa en los procesos de
transformación política. Así, preparó el terreno para el concepto de democracia
participativa, al afirmar: “Hacer leyes para los pueblos no es tan difícil como se
cree. Hacer un pueblo legislador es obra muy laboriosa y ésta es la que ha
emprendido la América española”.
Criticó ácidamente las concepciones excluyentes que prevalecían en su época,
defendiendo la idea de que “sin educación popular no habrá verdadera sociedad”.
Afirmó entre otras cosas: “No puede negarse que es inhumanidad el privar
a un hombre de los conocimientos que necesita, para entenderse con sus semejantes,
puesto que, sin ellos, su existencia es precaria...”. Consecuente con esta
máxima, dedicó gran parte de sus esfuerzos a la profesión docente y al desarrollo
de propuestas innovadoras para una educación integral e inclusiva.
En tiempos en que el acceso a las escuelas formales era un privilegio de la oligarquía,
defendió la necesidad de brindar educación a todos los hombres y mujeres
de Venezuela, independientemente de su posición económica u origen étnico.
Tras alcanzar la independencia de Perú, Bolívar lo nombró director general de
educación de Lima. Rodríguez imprimió una dirección libertaria a su gestión, fun-
dando múltiples escuelas en pueblos y ciudades, donde compartían la enseñanza
niños indios, cholos, blancos y negros. Esta posición quedó testimoniada en el
lema: “Escuela para todos, por que todos son ciudadanos”.
La utopía americana
“No es sueño ni delirio, sino filosofía... ni el lugar donde esto se haga será imaginario:
su utopía será en realidad la América”.
Simón Rodríguez
El pensamiento político de Simón Rodríguez se caracteriza por la defensa de un
proyecto de futuro para las naciones americanas y la integración entre las nuevas
repúblicas. Planteó la necesidad imperiosa de buscar caminos propios para la
emancipación de nuestras sociedades, creando modelos políticos apropiados que
no se basaran en los modelos impuestos por los colonizadores.
Sin embargo, no proponía partir de cero, sino tomar en cuenta lo bueno de otras
latitudes a la hora de enriquecer un modelo original para estas tierras. En su libro
Sociedades americanas (1842), Simón Rodríguez dejó sentada la necesidad de los
pueblos latinoamericanos: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española
es original. Originales han de ser sus instituciones y sus gobiernos y originales
los medios de fundar unos y otros. O inventamos o erramos”.
Este llamado robinsoniano obedece a la disyuntiva de inventar nuevas instituciones
para las nacientes repúblicas latinoamericanas, basadas en nuestras propias
tradiciones y culturas; o de errar el camino, al copiar los modelos y actitudes que
han mantenido a nuestras naciones bajo el yugo del sometimiento, la desigualdad
y la explotación.
Simón Rodríguez sabía que se trataba de un proceso de construcción colectiva y
de largo aliento, una tarea titánica. Esta idea se ve reforzada con sus planteamientos
sobre la tarea permanentemente inconclusa: “El dogma de la vida social es
estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanzas de acabarla porque
con cada hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo”.
Sin embargo, la utopía robinsoniana no es un sueño difuso, sino de contornos claros
y firmes. Es la utopía americana de igualdad, solidaridad y hermandad, una
comunidad de naciones construida a partir de los valores propios del Nuevo
Mundo, de la que serán responsables los ciudadanos y ciudadanas liberados por
medio de la educación y el conocimiento. Asimismo, destaca la necesidad de
fundar las nuevas repúblicas en sólidos valores éticos, al afirmar que “la fuerza de
la autoridad republicana es puramente moral”.
Simón Rodríguez fue un gran defensor de la independencia y la integración latinoamericana.
Propuso, antes que Bolívar, una organización verdaderamente
democrática de las Repúblicas hermanas como medio necesario para defenderse
contra los enemigos comunes. Su mensaje es determinante: “Las Repúblicas
nacientes de la India Occidental sean amigas, si quieren ser libres... ha llegado el
tiempo de entenderse con palabras”.
A su vez, señaló que había que realizar la revolución económica para coronar la
revolución política dirigida por Simón Bolívar, pues la una sin la otra no puede
sostenerse en el tiempo. Sin embargo, la revolución política fue traicionada por
los gobernantes, y se profundizó la dependencia económica. Ante esto, Simón
Rodríguez no se quedó callado, fustigando a las nuevas repúblicas oligárquicas
que traicionaron los ideales independistas.
Robinson y la refundación de la República
“Los hombres no están en sociedades para decirse que tienen necesidades...
sino para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos, porque no satisfacerlos
es perecer... no es hacer cada uno su negocio... sino pensar cada uno
en todos, para que todos piensen en él...”
Simón Rodríguez
El poder de anticipación y el carácter revolucionario de los planteamientos de
Simón Rodríguez le llevaron a ser en gran parte un incomprendido. Hoy, más de
150 años después de su muerte, sus teorías educativas están más vigentes que
nunca. De hecho, muchas de ellas apenas comienzan a aplicarse en nuestros
tiempos, en el marco de la Revolución Bolivariana.
La idea robinsoniana de buscar los orígenes propios para fundar las nuevas sociedades
se encuentra en la base del proyecto de la Revolución Bolivariana. Los enemigos
del proceso revolucionario utilizan etiquetas de todo tipo para descalificarlo.
Sin embargo, la realidad demuestra que estamos desarrollando un modelo de
democracia participativa original, basado en los valores de nuestra herencia libertaria
y por medio de la participación directa del pueblo en el proceso constitu-
yente y en la consolidación de la República. Así, como propugnaba el Maestro,
la República Bolivariana no es copia de ninguna otra experiencia, sino que es el
pueblo en revolución en búsqueda de sus propios caminos.
De hecho, cuenta con formas de hacer política convertidas en referencia para el
resto de los países del mundo. Ejemplo de ello es el proceso constituyente, que
permitió la elaboración colectiva de una nueva Constitución, aprobada por el
pueblo en referéndum nacional. Además, la Constitución contiene la posibilidad
de revocar el mandato a cualquier funcionario o funcionaria que haya sido electa
o electo popularmente y que no cumpla satisfactoriamente su trabajo.
Robinson y la educación en la Revolución Bolivariana
“Los conocimientos son propiedad pública, puede renunciarla una generación
pero no privar de ella a las siguientes”
Simón Rodríguez
Las ideas de Simón Rodríguez son la principal fuente filosófica de la Revolución
Bolivariana en la educación. Sus planteamientos sobre una educación inclusiva y
una formación republicana crítica se encuentran ampliamente recogidos en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
A su vez, las políticas públicas se nutren de sus ideas. El conjunto de misiones educativas,
con La Misión Robinson a la cabeza, se inspira en sus ideales de ciudadanía
plena, al orientarse a garantizar que ni un solo venezolano o venezolana quede
al margen de los procesos educativos. En las escuelas y liceos bolivarianos, además
de brindar una educación de calidad, se promueve una formación republicana
crítica, orientada a garantizar que los y las estudiantes se incorporen como ciudadanos
y ciudadanas a la consolidación de las instituciones republicanas.
Simón Rodríguez también propuso que los jóvenes estudiaran de acuerdo a sus
necesidades y las necesidades socioeconómicas de la futura República. Propuso
la formación profesional en aspectos como la albañilería, la carpintería y la herrería,
por ser estos los oficios más requeridos. Así, podemos ver cómo también la
Misión Vuelvan Caras se nutre del pensamiento de este gran Maestro, al promover
la formación profesional para la emancipación de quienes han sido excluidos
y excluidas de la educación, para su plena incorporación a los procesos de transformación
social y al desarrollo de la nación.
2. Segunda raíz: Simón Bolívar
“Trescientos años de calma no bastan...pongamos sin temor la piedra fundamental
de la libertad americana. Vacilar es perderse.”
Simón Bolívar
Simón Bolívar es la raíz principal del árbol de las tres raíces. Sus gestas de revolucionario
visionario y sus conquistas políticas constituyen uno de los grandes legados de
la historia latinoamericana y universal. En él se conjugan todas las virtudes del auténtico
revolucionario: el gran militar y estratega, el líder inigualable, el pensador social
y el estadista.
Además de ser el gran líder de la independencia, Bolívar nos lega su poderoso pensamiento
revolucionario, que ha sido la base ideológica fundamental del movimiento.
Hoy, adaptado a las circunstancias actuales, guía al pueblo venezolano en la
senda de la revolución bolivariana. A su vez, su ideario convoca también a los pueblos
de América Latina a luchar juntos por nuestra segunda independencia y por una
integración solidaria, para hacer realidad sus sueños, que son también los nuestros.
Bolívar y la integración latinoamericana
“Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande Nación del
Mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.
Simón Bolívar
A pesar de que el proyecto de unidad latinoamericana no pudo tomar forma, el pensamiento
bolivariano es el punto de referencia para pensar hoy sobre la integración
en América Latina. La idea de unir a nuestros países en un solo bloque económico,
político y social, buscaba defender la soberanía y las riquezas de la América mestiza
frente a las intenciones imperialistas de los países poderosos. Asimismo, buscaba
convocar a todos los pueblos bajo un mismo proyecto libertario, basado en una
democracia verdadera de libertad, igualdad y justicia.
Ya en 1812, señalaba en el Manifiesto de Cartagena: “Yo soy del sentir y del pensar
que mientras no centralicemos nuestros gobiernos americanos, nuestros enemigos
obtendrán las ventajas más completas; seremos envueltos indefectiblemente en los
horrores de las disensiones civiles y conquistados vilipendiosamente por ese puñado
de bandidos que infectan nuestras comarcas”.
Además de retratar la opresión del imperio español y las oligarquías apátridas,
analizó con gran agudeza el peligro que provenía de los intereses de otras naciones
y grupos de poder. En concreto, anticipó el voraz y criminal imperialismo del
Norte, al afirmar en 1829: “Los Estados Unidos parecen destinados por la
Providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad”.
Washington también condenó el proyecto bolivariano de una América Latina
unida. El presidente Monroe, que decretó que América Latina era el patio trasero
de Estados Unidos de América (EUA), identificó a Bolívar como “un déspota militar
de talento”, “el loco de Colombia”, el “libertador de esclavos”... Incluso la
jerarquía eclesiástica llegó a excomulgarlo, y lo comparó con el mismo Satanás.
El proyecto de integración, orientado a sentar las bases para la confederación hispanoamericana,
tenía varios elementos centrales:
La unidad para hacer frente a los peligros que amenazaban a las nacientes
Repúblicas;
La adopción de pactos de protección y defensa mutuas como mecanismos
para garantizar que ninguna nación extraña se inmiscuyese en los asuntos
internos de las nuevas Repúblicas; y
La adopción de acuerdos amistosos para resolver eventuales disputas entre
nuestras naciones.
Inicialmente, propuso ante el Congreso Anfictiónico de Panamá la gran
Confederación, que incluía desde México hasta Argentina. Cuando entendió que
la Confederación estaba llamada a fracasar, debido a los intereses mezquinos de
las clases dominantes locales y sus gobernantes, puso todo su empeño en la constitución
de la Federación de los Andes, que comprendía a las naciones que él
había liberado (la Gran Colombia, Perú y Bolivia).
Tras el fin de la Federación, el Libertador se concentró en salvar la unidad de la
Gran Colombia. Sin embargo, también este proyecto integracionista se vino
abajo, luego de que las oligarquías locales de las tres actuales Repúblicas conspiraran
para dividirla. Pese a estos fracasos, el gran diseño del Libertador se instaló
firmemente en el imaginario de nuestros pueblos, y hoy revive de la mano del
pueblo bolivariano.
Bolívar revolucionario
“El sistema de gobierno más perfecto es el que produce la mayor suma de felicidad
posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad
política”
Simón Bolívar
Además de ser el padre de la independencia y de la integración latinoamericana,
Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario en nuestro continente.
En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera
revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de
las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los y las habitantes
al rango de ciudadanos.
Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas libertarias.
Entre otras cosas, decretó la libertad de los esclavos y esclavas, así como también
la devolución de sus tierras a los pueblos indígenas; instituyó la educación gratuita
y creó hospitales. Sin embargo, sus ideas chocaron con los intereses de las clases
oligárquicas y la nueva aristocracia militar y terrateniente, que se oponían a
cambios de fondo en las estructuras heredadas del imperio español. Sus enemigos
le llamaban el “caudillo de los descamisados”, “monstruo del género humano”,
“tirano libertador de esclavos”. Mientras tanto, defendían un modelo parlamentario
excluyente que chocaba frontalmente con el proyecto revolucionario
del Libertador y con el sueño de libertad e igualdad de las mayorías oprimidas.
Cuando regresa del Perú, después de cinco años de victorias y tras haber expulsado
definitivamente al imperio español de tierras sudamericanas, Bolívar se
indigna ante el espectáculo de miseria que todavía ofrece el pueblo oprimido. Le
escribe a Santander: “No se cómo todavía no se levantaron todos estos pueblos y
soldados al concluir que sus males no vienen de la guerra, sino de leyes absurdas”.
Santander, que era vicepresidente de Colombia, lo acusa de querer provocar
“una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son
muchos, y que perdamos los que tenemos, que somos pocos”. Queda así sellada
la naturaleza del conflicto. El Bolívar libertario, en defensa de la justicia y la igualdad,
se enfrenta a los generales que defienden los intereses de las oligarquías.
Bolívar, el estadista
“Las leyes deben ser relativas a lo físico del país... a su situación... a sus inclinaciones,
a sus riquezas. He aquí el Código que deberíamos consultar, y no el
de Washington”.
Simón Bolívar
En lo político, Bolívar delinea un modelo de Estado democrático, que permita a
todos los y las habitantes a participar en los asuntos públicos en un plano de
igualdad real y no sólo declarada. En sintonía con el llamado robinsoniano, proponía
la reconstrucción de nuestras sociedades a partir de las identidades y valores
propios y comunes. En su discurso ante el Congreso de Angostura, afirma:
“Tengamos presentes que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del
norte, que más bien es un compuesto de África y de América que una nación de
la Europa”.
Defendió la necesidad de ser originales en tono inequívocamente revolucionario:
“... que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apartando hasta sus ruinas,
elevemos el templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración,
dictemos un código de leyes venezolanas.” Y no lo hacía simplemente
porque los modelos importados fueran extraños a estas tierras, sino porque consideraba
justamente que la reconstrucción de nuestras sociedades debía partir
del esfuerzo creador de nuestros pueblos. Por eso propuso una democracia real,
no formal, en la que tuvieran participación igualitaria los mestizos, los indios y
los campesinos.
Anticipó la tesis del Estado fuerte, al entender que la democracia, como gobierno
de las mayorías, era burlada por las minorías opresoras. Se trataba de un
modelo presidencialista de transición, para vencer los intereses de las oligarquías,
que se oponían a la participación de los oprimidos en las dinámicas políticas.
Sin embargo, su proyecto de sociedad ideal apuntaba a la consolidación
de la división de poderes, como medio para balancear las acciones de gobierno.
Entre otras cosas, identificó la necesidad de adelantar ingentes esfuerzos
para la transformación política y cultural, mediante la creación del Poder
Moral, como medio para “...regenerar el carácter y las costumbres que la tiranía
y la guerra nos han dado...”
En lo económico, Bolívar consideró el trabajo y la educación y el conocimien-
to como elementos fundamentales para el desarrollo. Se anticipó a la crítica de
los acuerdos de libre comercio que someten a nuestros pueblos hermanos.
Sostuvo que los pactos bilaterales entre el poderoso y los débiles conducen
necesariamente a la dependencia. “Firmado una vez el pacto con el fuerte, ya
es eterna la obligación del débil”, escribió en 1823.
Entre otros medios, propuso la educación obligatoria y generalizada, para
garantizar que todo el mundo se incorporara al desarrollo; incentivó la industria
y el comercio; implementó políticas de protección a la producción nacional;
nacionalizó las minas y decretó el monopolio estatal de todas las riquezas
del subsuelo. Complementariamente, combatió decididamente la corrupción.
En lo militar, Bolívar identificó la necesidad de crear una verdadera unidad
entre ejército y pueblo. Concebía al ejército libertador como el pueblo en
armas, como instrumento de garantía de su futura independencia y de las libertades
y derechos de la ciudadanía. El ejército imaginado por Bolívar se formó
en la dinámica misma de la guerra. En la batalla de Ayacucho pelearon bajo el
mando de Sucre personas provenientes de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú,
Bolivia, Panamá, Chile, Argentina. Por eso, puede afirmarse que este ejército
internacionalista fue la primera materialización de su proyecto continental.
Bolívar en el Siglo XXI
“El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando
la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón
Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los
precursores y forjadores de una patria libre y soberana... decreta la
Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela”
(Preámbulo de la Constitución)
El pensamiento y acción de Bolívar están presentes en todos los aspectos
de la revolución permanente del pueblo venezolano. Él fue el líder y máximo
inspirador de las masas libertarias que se alzaron en armas contra el
imperialismo español y la opresión de las oligarquías. Él fue también el inspirador
de las gestas de Zamora y de tantos otros revolucionarios de estas
tierras y de toda América Latina. Hoy, su ideario y liderazgo convocan de
nuevo al pueblo venezolano, bajo el llamado robinsoniano, para superar
los límites de la democracia representativa y la voracidad del capitalismo
salvaje, y construir una patria soberana donde quepamos todos y todas.
La proyección de su pensamiento define el carácter latinoamericanista del
proyecto a desarrollar, y pone de relieve la necesidad de lograr la independencia
política no solo de Venezuela, sino también de los países latinoamericanos
y caribeños. Esto explica por qué desde su llegada al poder, el
presidente Chávez, no ha dejado de impulsar el desarrollo de una conciencia
revolucionaria más allá de nuestras fronteras.
Sólo la traición y las intrigas de las oligarquías y sus aliados marcaron el fracaso
de un proyecto de alcance latinoamericano y universal, que resumía el sueño de
todos los pueblos de América: una patria común de igualdad, libertad y justicia.
Cuando Bolívar murió, las clases dominantes de todo el hemisferio celebraron su
desaparición física, pues creían que su obra había sido destruida para siempre.
Sin embargo, el espíritu libertario de los pueblos latinoamericanos y el ejemplo
del Libertador desarrolló una unidad orgánica armoniosa entre el pensamiento y
la acción. Su ejemplo, su concepción de la unidad latinoamericana, sus lecciones
están hoy más vivas que nunca, y sus banderas son enarboladas en Venezuela
y en toda América Latina.
3. Tercera raíz: Ezequiel Zamora
“Sólo el pueblo quiere su bien y es dueño de su suerte... desde hoy en adelante,
Venezuela no será más el patrimonio de ninguna familia ni persona”
Ezequiel Zamora
Ezequiel Zamora retomó la bandera de Bolívar treinta años después de la muerte del
Libertador, enfrentándose con la oligarquía que truncó el sueño bolivariano.
Conocido como el general del pueblo soberano, su pensamiento y acción representan
la última raíz del árbol de las tres raíces.
La principal bandera de lucha de Ezequiel Zamora fue la redistribución de la tierra y
la dignificación de los campesinos. Las luchas que lideró, bajo la consigna de Tierras
y Hombres Libres, encontraron un apoyo masivo en los habitantes del campo, que
para ese entonces eran la mayoría del pueblo venezolano. A su vez, fue un acérrimo
enemigo de las oligarquías. Su defensa de la dignidad de los campesinos y su arroje
libertario hacen de él una fuente permanente de inspiración revolucionaria.
Tierra y hombres libres
“Cuando Dios hizo el mundo repartió en común el agua, el sol, la tierra, ¿porqué
entonces los godos se han apoderado de las mejores tierras, bosques y
aguas, que son propiedad del pueblo?”
Ezequiel Zamora
Ezequiel Zamora comenzó su carrera política, uniéndose al partido de los liberales.
En 1846, el gobierno conservador desató una feroz represión contra los
miembros de su partido, lo que provocó que Zamora y otros caudillos populares
se alzaran para tomar el poder. En su proclama rebelde, de inspiración bolivariana,
invitó al pueblo a luchar “... para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía
y para que, opóngase quien se opusiere, y cueste lo que costare, lleguemos
por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”.
Esta insurrección, que vio nacer la consigna de tierra y hombres libres, le hizo
ganarse el apoyo y devoción populares y el nombre de “General del pueblo
soberano”. Ezequiel Zamora fue hecho prisionero y sentenciado a muerte, pero
el presidente Monagas le conmutó la pena por el destierro.
La Guerra Federal
“...como sabemos que ustedes están defendiendo la misma causa que nosotros, tienen un
denodado patriotismo y deseo de sacar a la patria de la salvaje y brutal dominación... diremos
con orgullo y Bizarría: Viva la libertad, viva el pueblo soberano, elección popular,
horror a la oligarquía, tierra y hombres libres.”
Ezequiel Zamora
Treinta años después de alcanzada la independencia, la República seguía viviendo
bajo un sistema semifeudal. La inmensa mayoría del pueblo, los trabajadores
y trabajadoras, los esclavos y esclavas, los campesinos y campesinas,
los artesanos y artesanas y los marginalizados y marginalizadas de la ciudad
y el campo, se debatían en la mayor miseria y hambre. El latifundio, lejos de
eliminarse, se había extendido bajo el amparo del gobierno. Tras la abolición
de la esclavitud, decretada en 1854, los 40.000 esclavos liberados se encontraron
sin tierras y sin condiciones para ganarse un sustento.
Bajo la consigna de “La Federación es el gobierno de los libres”, los federales convocaron
en 1959 al pueblo a “sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en
que la tienen los oligarcas”. Tanto el pueblo campesino, desposeído y explotado,
como la nueva masa de desempleados, se incorporaron masivamente a la lucha.
Gracias a su carisma y su conexión con el pueblo campesino, Ezequiel Zamora
logró organizar un ejército popular de milicias, con el que libró batallas decisivas.
La más famosa es la Batalla de Santa Inés (Barinas), el 10 de diciembre de
1859. En ella, Ezequiel Zamora demostró su genio estratégico, al conducir a las
tropas del gobierno por sucesivas líneas de defensa, para asestarles la victoria en
el terreno donde mejor podía sacar provecho de sus milicias. Sin embargo, el 10
de enero de 1860 una bala de origen desconocido trunca su vida, durante el asalto
a San Carlos (Cojedes). A partir de entonces, la guerra se transformó en un gran
movimiento de guerrillas. Finalmente, en 1963 los ideales de Zamora fueron traicionados,
y con ellos los ideales de Bolívar.
Ezequiel Zamora, el estadista
“Dios hizo iguales a todos los hombres en cuerpo y alma, ¿por qué entonces un
puñado de ladrones y facciosos van a vivir del trabajo de los pobres, especialmente
de quienes tienen el pellejo negro?”
Ezequiel Zamora
Ezequiel Zamora era un hombre emprendedor, arrojado y contradictorio, que
no cedió en su voluntad de transformación. Su pensamiento está marcado
por el símbolo de la plena soberanía popular y por el carácter igualitario de
la lucha social, así como por la defensa de la democracia como forma de
gobierno. Comprendió que para poner fin al dominio de las oligarquías y
conquistar una República de iguales, debía tomar el gobierno por las armas.
Con su verbo incendiado y sus ideales libertarios y revolucionarios, convocó
al pueblo a incorporarse a la lucha por su propia liberación.
El Programa de la Federación, que Zamora dio a conocer al desembarcar en
las costas de Coro, proponía un avance inédito en las conquistas populares y
la organización democrática de la República. Entre sus principios fundamentales
destacan: La igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley; la abolición
de la pena de muerte; la prohibición de la esclavitud; el voto para todos los
habitantes de la República; la elección universal, directa y secreta, del
Presidente de la República y otros cargos públicos, incluyendo a todos los
jueces; la creación de la milicia nacional armada; la administración de justicia
gratuita; la abolición de la prisión por deuda; y el derecho de los venezolanos
a la asistencia pública en los casos de invalidez o escasez general.
Asimismo, en 1859, Ezequiel Zamora constituyó el Estado Federal de Barinas.
Entre otras medidas, ordenó la creación de terrenos para uso común de cada pueblo;
la eliminación del cobro de arriendo por el uso de la tierra para fines agrícolas
o pecuarios; la fijación de jornales para los peones de acuerdo con las labores;
y la obligación de los terratenientes de colocar en las tierras comunes vacas
para el suministro diario y gratuito de leche a los hogares pobres.
Ezequiel Zamora y la Revolución Bolivariana en el siglo XXI
“Levantaréis el Gobierno Federal que asegure para siempre la libertad, igualdad,
fraternidad, dogma de la república genuina, que proclamaron los patriarcas
de vuestra independencia... Y veréis abierta la nueva era de la Federación
Colombiana; que fueron los últimos votos de nuestro libertador el Gran Bolívar”
Ezequiel Zamora
El proceso revolucionario actual se nutre de la raíz zamorana en diversos
aspectos. Al igual que el caudillo popular, convoca a los venezolanos y
venezolanas a retomar las banderas de nuestros libertadores, para conquistar
la igualdad y nuestra verdadera independencia. Al igual que las luchas
zamoranas por la tierra, el proceso de transformación actual de la sociedad
venezolana es protagonizado por los sectores populares, es decir, el 80% de
los venezolanos y venezolanas que han estado históricamente excluidos y
excluidas de la toma de decisiones y de las riquezas nacionales. Por esta
razón, el Gobierno Bolivariano desarrolla una política social incluyente, que
se expresa en las Misiones y en el conjunto de políticas y programas sociales
orientados a devolverle la dignidad a los venezolanos.
Por otra parte, Ezequiel Zamora es la principal fuente de inspiración del proceso
de reforma agraria, guerra contra el latifundio y reparto de tierras entre
los campesinos. La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario ha sido el instrumento
legal empleado para enfrentar el latifundio. A su vez, la Misión Zamora es
la encargada de avanzar en la reforma y en las políticas participativas para
el desarrollo rural integral. Si bien, en esta ocasión la expropiación y el
reparto se realizan bajo un marco de verdadera democracia, es porque este
proceso ha producido un enfrentamiento con los descendientes de la oligarquía
que en su tiempo Zamora enfrentó con las armas.
Finalmente, Ezequiel Zamora y su genio estratégico en la Batalla de Santa
Inés fueron la principal inspiración para la gran victoria democrática que el
pueblo venezolano conquistó en el Referéndum Revocatorio presidencial de
agosto de 2004. El presidente Chávez, profundo conocedor del árbol de las
tres raíces y de nuestra historia patria, rescató este momento brillante de las
luchas populares venezolanas, para reeditar la estrategia zamorana, esta vez
ante las urnas. Luego de varios intentos de poner fin a la República
Bolivariana, la oligarquía fue derrotada por partida doble. Primero, porque el
pueblo y el Gobierno Revolucionario, con sus resistencias populares, obligaron
a los sectores opositores a aceptar la vía constitucional para resolver el
conflicto. Y segundo, porque el voto mayoritario del pueblo venezolano
refrendó una vez más su vocación libertaria y revolucionaria, y su apoyo
inequívoco al proceso de cambios.
III. LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA EN EL SIGLO XXI
“Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos; pero aún me parece escaso
para disputarnos la victoria. En esta jornada que ha de ser memorable, ni aún
podemos optar entre vencer o morir: necesario es vencer… ¡Viva la República!”
José Félix Ribas
Desde el fin de la Guerra Federal hasta nuestros días, la mayoría de los gobiernos
presidieron de espaldas a los anhelos y demandas del pueblo venezolano. Entre
las excepciones, destacan dos grandes estadistas que retomarán el ideario bolivariano
de unidad y soberanía nacional. Sin embargo, ambos serán traicionados en
sus gestas nacionalistas.
A finales del siglo XIX, el general Cipriano Castro dirigió la revolución restauradora.
Cipriano Castro rescató la unidad nacional y la estabilidad política y la
independencia y seguridad del país. En 1905, aprovechando un viaje suyo al exterior,
Gómez dará un golpe que devolverá a la nación al colonialismo en las
siguientes décadas. En los albores de la era petrolera, Gómez elimina todas las
libertades y entrega nuestras riquezas a las transnacionales.
En el periodo 1941-1945, gobernará Isaías Medina Angarita, quien recupera para
Venezuela los ideales republicanos. Su período presidencial se caracterizó por
reformas que reportaron grandes avances a la Nación y respeto a las libertades
ciudadanas. Procuró la formación de los venezolanos y venezolanas y la igualdad
de oportunidades, así como también trabajó por mejorar las condiciones de vida
del pueblo y el respeto a las leyes. Sin embargo, sus esfuerzos nacionalistas serán
truncados por medio de un golpe de Estado, que abrirá las puertas para la dictadura
de Marcos Pérez Jiménez.
1. El desmoronamiento de la democracia representativa
En 1959, el pueblo depositó sus esperanzas en los sectores políticos que lideraron
la caída de Pérez Jiménez en nombre de la democracia. Sin embargo, los
representantes de Acción Democrática, Copei y URD traicionaron la confianza
popular, firmando el “Pacto de Punto Fijo”. Este pacto garantizó la exclusión de
los sectores populares y de los partidos y movimientos emancipadores que
liderizaron la lucha contra la dictadura. Los partidos se repartieron los cargos
públicos, sellaron la alternabilidad en el poder y sometieron a la República a
los intereses de los sectores con mayor poder económico.
A pesar de algunas políticas sociales afirmativas, el pueblo venezolano se dio
cuenta de que la conquista de la democracia no trajo cambios importantes en
la vida de las grandes mayorías. Por el contrario, el régimen de la democracia
representativa favoreció la concentración de la riqueza e impidió la participación
popular. Además, propició el enriquecimiento ilegal de los sectores políticos
dominantes y de ciertos grupos económicos. Luego del final de la
bonanza petrolera, la pobreza creció dramáticamente.
Los gobiernos adecos y copeyanos se convirtieron en representantes de los
intereses económicos y políticos de Estados Unidos. En múltiples ocasiones,
brindaron condiciones favorables para las estrategias de la política exterior
estadounidense. A su vez, permitieron el saqueo de nuestras riquezas por
parte de las compañías transnacionales. De esta manera, se articuló una
alianza entre la clase política dominante, los grupos económicos y el gobierno
de Estados Unidos, que duró 40 años, y que trajo consecuencias terribles
para la sociedad venezolana. A título de ejemplo, podemos citar:
Aumento de la pobreza hasta alcanzar el 80% de la población
Concentración de la riqueza en muy pocas manos
Abandono del campo y la actividad agrícola
Reparto de los recursos de la nación entre los sectores de poder económico y
los actores internacionales
Exclusión de las mayorías en los asuntos públicos
Represión de los movimientos de protesta
Corrupción generalizada de la clase política y económica
Pérdida de credibilidad de la población en la clase política
Las luchas del movimiento popular
Durante esos años, el pueblo venezolano, guiado por el espíritu de nuestra herencia
histórica libertaria, desarrolló diversas formas de resistencia. Estas resistencias
se expresaron tanto por la vía armada entre los años 60 y 70, como a través de
múltiples experiencias organizativas en el medio rural y urbano.
Entre estas, cabe señalar el resurgimiento del movimiento estudiantil que, más
allá del reclamo de sus reivindicaciones habituales, tomó el escenario junto a
otros sectores populares, ejerciendo la democracia de la calle. Estos movimientos
promovieron la subversión social y política ante gobiernos que negaban constantemente
los derechos humanos a las grandes mayorías, en nombre de la democracia
y el orden.
Asimismo, el resurgimiento del movimiento obrero se expresó en un nuevo tipo
de sindicalismo, que se hizo presente en el sector textil del estado Aragua y en los
llamados Matanceros de las Empresas Básicas de Guayana. Con el denominado
nuevo sindicalismo, estos sectores independientes lograron dirigir el sindicato
más grande del país (Sutiss), acumulando una importante fuerza social.
Luego de la crisis económica de los 80, derivada de la corrupción, el clientelismo
y el mal manejo de las finanzas públicas, el gobierno de Carlos Andrés Pérez
(CAP) pretendió aplicar un ajuste neoliberal. Una vez más, el paquete de medidas
económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) afectaba de modo
exclusivo a las clases populares, que debían “apretarse el cinturón”, mientras la
clase dominante seguía saqueando el país.
Estas medidas “sociales” dieron lugar al estallido social del 27 y 28 de febrero de
1989. Amplios sectores populares se rebelaron contra las políticas del hambre,
tomando por asalto los comercios que tenían acaparados numerosos productos de
primera necesidad. El gobierno activó la más terrible represión militar realizada
en Venezuela, causando la muerte de miles de compatriotas, con el silencio cómplice
de los medios de comunicación y los organismos internacionales, tales
como la Organización de Estados Americanos (OEA).
Rebeliones militares de 1992
Mientras en las calles, el movimiento popular se organizaba para resistir ante un
régimen antipopular y hambreador, en nuestros cuarteles un grupo de jóvenes ofi-
ciales formaron un movimiento libertario clandestino, el Movimiento Bolivariano
Revolucionario-200 (MBR-200)
Llamado así en conmemoración del Bicentenario del Natalicio del Libertador, el
MBR-200 propone el rescate de los ideales bolivarianos, robinsonianos y zamoranos,
y convoca al pueblo a luchar por los ideales de nuestros libertadores. En
1992, el MBR-200 adelantó dos rebeliones armadas contra el gobierno de CAP,
quien a pesar del estallido social del 27 y 28 de febrero de 1989, insistió en la
aplicación del paquete neoliberal.
Estas rebeliones no lograron sus objetivos inmediatos, pero el golpe del 4 de
febrero alcanzó un éxito político sin precedentes. El Comandante Chávez asumió
plenamente la responsabilidad de lo ocurrido, y en una breve intervención televisiva,
logró el respeto y la admiración de la mayor parte del pueblo venezolano.
Este hecho significó la conexión inmediata entre el discurso político de Chávez y
el pueblo venezolano. Actores políticos de signo diverso, como el ex presidente
Rafael Caldera y el diputado Aristóbulo Istúriz, hicieron interpretaciones públicas
de las razones que originaron el levantamiento militar.
Gracias a su intervención crítica, y a pesar de haber sido uno de los protagonistas
del puntofijismo, Caldera logró volver a la Presidencia de la República. Utilizó
oportunistamente el descontento popular con los partidos tradicionales, logrando
reunir a su alrededor a buena parte de los grupos minoritarios de la izquierda y algunas
expresiones “renovadas” de los viejos partidos. Finalmente, esta alianza siguió
profundizando las políticas neoliberales. Sus promesas de llevar al país por un
rumbo alternativo no fueron más que otra decepción para los sectores populares.
Por su parte, Aristóbulo Istúriz y su partido Causa R lograron avivar la esperanza
de los sectores populares caraqueños. Aristóbulo obtuvo el triunfo en la Alcaldía
de Caracas. En este caso, Istúriz canalizó el descontento de las mayorías por su
vinculación directa y real con las luchas gremiales y sociales del pueblo.
2. Refundación de la República en base al ideal bolivariano
Luego de su salida de prisión en 1994, el Comandante Hugo Chávez inició un
recorrido a lo largo y ancho de la geografía venezolana, estableciendo contactos
directos con los movimientos campesinos, obreros, estudiantiles y de intelectuales.
Esto le permitió articular una serie de postulados y planteamientos ideológi-
cos centrados en el bolivarianismo revolucionario, que son la resultante de la
herencia histórica libertaria. Así, al igual que Ezequiel Zamora 130 años antes, y
en torno al llamado robinsoniano “inventamos o erramos”, Chávez convocó a las
resistencias indígena y afrodescendiente, al cristianismo liberador, al espíritu de
la lucha armada de los años 60 y 70 y al movimiento popular para dar cumplimiento
a los ideales de nuestros libertadores.
A pesar del conjunto de manipulaciones, sabotaje y alianzas que los sectores políticos
y económicos tradicionales colocaron para evitar su triunfo electoral, en
1998 Chávez fue elegido Presidente por la inmensa mayoría del país. Su elección
significó el fin de la democracia representativa, y abrió el cauce para la construcción
colectiva y protagónica de una verdadera democracia participativa, basada
en los ideales bolivarianos.
La Constitución de la República Bolivariana
Hugo Chávez no ocultó en ningún momento su claro propósito de impulsar cambios
profundos en la estructura política, económica y social de nuestra sociedad. Propuso
la refundación de la República sobre la base del ideal bolivariano, llamando a la creación
de un gobierno popular frente al gobierno de las elites; una economía solidaria
frente a la economía capitalista del despilfarro; y la recuperación de la soberanía
sobre nuestros recursos, para el desarrollo social y humano sustentable.
Su principal promesa electoral fue la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente, como instrumento político para transformar el sistema. Al asumir la
Presidencia, firmó el decreto de convocatoria a la Constituyente, lo cual entusiasmó
a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres habitantes de la tierra de Bolívar.
El pueblo venezolano escogió democráticamente a sus integrantes, otorgándoles una
inmensa mayoría a los candidatos y candidatas que asumieron el proyecto bolivariano.
El movimiento popular se organizó por todo el país para elevar sus propuestas.
El resultado de este proceso fue una nueva Carta Magna: la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, aprobada en referéndum por la mayoría del
pueblo bolivariano el 15 de diciembre de 1999.
En su preámbulo, el pueblo venezolano invoca nuestra herencia histórica libertaria,
que toma cuerpo de Ley “para establecer una sociedad democrática, participativa
y protagónica, multiétnica y pluricultural, que consolide los valores de la libertad,
la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial,
la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones”.
A su vez, la nueva República deberá promover la cooperación pacífica entre las
naciones e impulsar y consolidar la integración latinoamericana y la garantía universal
e indivisible de los derechos humanos.
La Constitución crea el marco legal necesario para impulsar las transformaciones políticas,
económicas y sociales por las cuales ha luchado históricamente el pueblo venezolano.
En ella se establecen modelos alternativos a la democracia representativa y al
neoliberalismo, cuyas insuficiencias han permitido la consolidación de una sociedad
marcada por la opulencia, la exclusión y la pobreza.
Por un lado, la Constitución establece un modelo de democracia participativa y corresponsable,
como mecanismo para garantizar la redistribución del poder, la justicia
social y la consecución de una sociedad de iguales en derechos y deberes. Por otro
lado, establece un régimen económico solidario y sustentable, centrado en la función
social de la economía y en el papel del Estado como regulador de las relaciones económicas.
A su vez, toma del pensamiento de Bolívar la idea del Poder Moral (que se convierte
en Poder Ciudadano); y perfecciona el modelo incorporando el Poder Electoral. Así, el
Estado queda conformado en cinco poderes: el Poder Ejecutivo, que gobierna; el Poder
Legislativo, que representa la soberanía popular y dicta las leyes; el Poder Judicial,
que hace cumplir las leyes; el Poder Ciudadano, como instancia de control de la
acción del Estado; y el Poder Electoral, para garantizar la transparencia de las
decisiones populares.
Leyes para la transformación.
En noviembre de 2000, la Asamblea Nacional otorgó al Presidente de la Republica una
Ley Habilitante, que faculta al gobierno a hacer la labor de los parlamentarios. El objetivo
de las 49 leyes preparadas por el gobierno y aprobadas en 2001, era adaptar el
marco legal a los nuevos postulados constitucionales. Estas leyes recogían aspectos
esenciales del marco legal de la nueva República.
Entre ellas, destacan:
La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, que
recoge la herencia de Zamora y promueve
la justa distribución de las tierras.
La Ley de Hidrocarburos, que obliga
a las empresas petroleras a destinar
un porcentaje justo de sus beneficios
para el desarrollo nacional.
La Ley de Bancos, que obliga a reservar
créditos para los campesinos y productores
agrícolas.
La Ley de Pesca y cuicultura,
que protege a los pescadores
artesanales frente a la
pesca industrial.
La Ley de Microfinanzas,
que crea el marco legal
para promover la inversión
en proyectos autogestionarios
de los sectores
populares.
La Ley de Asociaciones
Cooperativas, que promueve la asociación económica solidaria para la transición
hacia el nuevo modelo productivo solidario.
La Ley de Zonas Costeras, que propone el ordenamiento racional y el rescate para
la nación de la línea costera.
3. Reacción antibolivariana y contraofensiva popular
Los sectores de poder fueron tomados por sorpresa por el vendaval popular democrático,
mientras que el movimiento revolucionario bolivariano fue fortaleciéndose. Sin
embargo, al aprobarse las 49 leyes en el 2001, los dueños del poder económico, los
partidos de derecha y los medios de comunicación, apoyados por el gobierno de
Estados Unidos, adelantaron una campaña antidemocrática para desestabilizar el
nuevo orden democrático. En poco tiempo, lograron sumar a una parte relevante de las
clases medias a su empeño golpista, gracias a una campaña mediática de proporciones
gigantescas.
Las prácticas desestabilizadoras condujeron a un golpe militar y mediático el 11 de
abril del 2002. Luego de una masacre premeditada, se produjo el secuestro del
Presidente y la instauración de un gobierno de facto que abolió todos los poderes. El
objetivo de este movimiento fue poner fin al proceso de democracia participativa y
devolver el poder a los sectores económicos, garantizando la exclusión del pueblo de
la toma de decisiones y de los beneficios del desarrollo.
Sin embargo, la Venezuela bolivariana entró nuevamente
en las páginas gloriosas de la historia, al derrotar el
“golpe de estado perfecto” en menos de 48 horas. La
sangre libertaria de nuestros antepasados ardió
en los millones de hombres y mujeres que
tomaron las calles para rescatar la democracia,
poniendo en práctica la
más admirable operación
de rescate popular conocida
en el mundo. El 13 de
abril, el pueblo unido y la
Fuerza Armada – el pueblo
en armas, como exaltara
Bolívar – rescataron el
hilo constitucional, recuperando la democracia y regresando al Presidente al
puesto de mando de la República.
A finales de 2002, la derecha venezolana incursionó en un nuevo plan de
desestabilización. Apoyados por el imperialismo norteamericano, convocaron
a un paro ilegal con el que pretendieron desequilibrar económicamente la
acción. A pesar de que la mayoría de la clase trabajadora no secundó el llamado,
lograron obstaculizar la producción del país y sabotearon la producción
petrolera.
El paro y el sabotaje petrolero afectaron principalmente al pueblo. De igual
manera al sector salud, a la educación, a la agricultura y a la principal fuente
de recursos del Estado: Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Durante semanas,
la distribución de bombonas de gas y de gasolina se vio prácticamente paralizada.
Sin embargo, el pueblo bolivariano dio una vez más muestra de su
heroica resistencia, organizándose para desbaratar el paro. Gracias a esta
nueva maniobra antidemocrática de los pocos, el gobierno revolucionario
recuperó la empresa estatal para colocar los recursos petroleros al servicio del
pueblo. Esta nueva batalla permitió fortalecer la lucha cultural y política
necesaria para afianzar el proceso revolucionario.
Las Misiones Bolivarianas
Luego de la derrota del paro, el presidente
Hugo Chávez lanza las misiones sociales
bolivarianas. Estas nuevas
políticas participativas responden
al llamado robinsoniano
y bolivariano de
encontrar nuestro propio
camino en la organización
de la democracia. La mayoría
de ellas llevan el nombre
de nuestros libertadores,
pues significan la puesta
en práctica de los ideales
libertarios que guiaron sus
heroicas acciones.
Las Misiones son el mayor esfuerzo público que haya conocido la nación para atender
las necesidades de nuestro pueblo. Significan el despliegue del Estado hacia los
lugares más apartados, por medio de la participación directa de las comunidades
populares en las iniciativas para el desarrollo comunitario y nacional.
Sobre ellas recae el peso de la transformación del Estado hacia la consolidación de
una democracia participativa genuinamente original, construida por el gobierno revolucionario
y el pueblo en revolución. Por eso, permiten profundizar en el proceso de
transformación hacia la democracia participativa y el nuevo Estado bolivariano.
Además, han permitido avanzar en la transformación de los valores individualistas de
la sociedad capitalista, y el rescate de los valores de cooperación solidaria y organización
colectiva para la autodeterminación de las comunidades.
En menos de dos años, pueblo y gobierno han logrado la alfabetización masiva de
más de un millón de la ciudadanía venezolana (Misión Robinson), el acceso a la educación
primaria, secundaria y superior de otro millón más (Misiones Robinson II,
Ribas y Sucre), el acceso a la salud primaria de todas y todos los venezolanos (Misión
Barrio Adentro), la sustentabilidad alimentaria de las comunidades (Misión Mercal) y
el inicio de la reforma agraria integral (Misión Zamora).
A su vez, la Misión Vuelvan Caras se orienta a garantizar la incorporación de todos
los ciudadanos y ciudadanas al desarrollo comunitario y nacional. El presidente
Hugo Chávez invoca la primera raíz del ideal bolivariano, cuando señala: “La misión
será el impulso inspirado en las ideas del maestro Simón Rodríguez cuando decía
que los americanos meridionales no deben seguir copiando procesos. Tenemos que
inventar la revolución política, y si queremos República, también tenemos que hacer
la revolución económica, enseñando para luego aprender, emprender y luego, a través
del saber, desarrollar la industria y una economía para la sociedad”
Vuelvan Caras convoca a los lanceros y lanceras a la capacitación para el trabajo
productivo y la asociación cooperativista solidaria entre los trabajadores y trabajadoras.
Significa la punta de lanza en la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo
endógeno (“desarrollo hacia dentro”). Este nuevo modelo busca garantizar y asegurar
una producción interna sustentable y que sus beneficios se inviertan directamente
en el desarrollo social integral de las comunidades. A su vez, protege la soberanía,
la seguridad alimentaria y el equilibrio ambiental, entre otros aspectos. Así, es
una de las principales estrategias para superar el capitalismo y alcanzar la plena
soberanía económica.
Las misiones cuentan con el incalculable apoyo de la hermana República de
Cuba, que participa con la cesión del exitoso método de alfabetización Yo sí
puedo y con la presencia de más de 10 mil médicos comunitarios y de centenares
de entrenadores deportivos, entre otros recursos de cooperación solidaria.
4. La lucha bolivariana continúa
Después de los golpes de abril y diciembre del 2002, los partidos opositores acudieron
a las nuevas instituciones de democracia participativa para intentar poner
fin al mandato popular del presidente Hugo Chávez. Durante los procesos de
recolección de firmas para solicitar un referendo revocatorio presidencial, se produjeron
diversas denuncias sobre fraude. Sin embargo, las autoridades electorales
determinaron que la oposición había reunido firmas suficientes, y convocaron a
la consulta para agosto del 2004. Para contrarrestar el ventajismo de la campaña
mediática, la genialidad del Comandante invocó el espíritu libertario de la Batalla
de Santa Inés, activando un colosal aparato popular electoral.
En esa fecha decisiva, el voto universal y soberano del pueblo decidió mayoritariamente
a favor de la continuación del mandato del Presidente de la República.
Gracias a esta nueva victoria, la Revolución Bolivariana se ha fortalecido hoy más
que nunca. En este nuevo escenario, el pueblo entero está librando una lucha por
la igualdad y la inclusión, donde todos y todas, planteamos el gran reto de transformar
las realidades para lograr un gobierno que garantice “la mayor suma de
bienestar y felicidad posible”, como dijo Bolívar. Esta lucha comenzó desde la
resistencia indígena, el cimarronaje y las gestas libertadoras, y es continuada por
el actual proceso político liderado por Chávez y el pueblo bolivariano.
Participamos en el camino de alcanzar los postulados señalados en la
Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, con el compromiso revolucionario
y el esfuerzo colectivo de todos y todas. A su vez, el logro de los objetivos
constitucionales está articulado en los 10 objetivos estratégicos que presentó
el presidente Chávez a los actores que acompañan el proceso bolivariano:
Avanzar en la conformación de la nueva estructura social
Articular y optimizar la nueva estrategia comunicacional
Avanzar aceleradamente en la construcción del nuevo modelo democrático
de participación popular.
Acelerar la creación de la nueva institucionalidad del aparato del Estado
Activar una nueva estrategia integral y eficaz contra la corrupción
Desarrollar la nueva estrategia electoral
Acelerar la construcción de un nuevo modelo productivo, rumbo a la creación
del nuevo sistema económico
Continuar instalando la nueva estructura territorial
Profundizar y acelerar la conformación de la nueva estrategia militar nacional
Seguir impulsando el nuevo sistema multipolar internacional
Estos objetivos se articulan con el conjunto de acciones que conducen a darle
poder al pueblo, y con los postulados heredados de las corrientes liberadoras de
nuestra historia. De este modo, es necesario ponerlas en práctica en los instrumentos
de acción directa que tenemos, como son las Misiones Bolivarianas y las
dinámicas participativas que impulsa el pueblo organizado.
En definitiva, avanzamos con nuestro esfuerzo colectivo, de la mano del Ideario
Bolivariano, hacia la construcción del nuevo socialismo del siglo XXI, como sistema
democrático de participación y protagonismo social. Adicionalmente, el
proceso revolucionario avanza en el sueño de integración americana de Simón
Bolívar, proponiendo acciones concretas a los pueblos latinoamericanos para la
integración política y cultural solidaria.
Mientras diversas Repúblicas latinoamericanas pactan acuerdos de libre
comercio con Estados Unidos, Chávez convoca al proyecto de Alternativa
Bolivariana para las Américas (ALBA), como mecanismo de integración solidario.
Se trata de articular un eje continental en torno a las identidades
populares latinoamericanas, que permita la superación de la dependencia
estructural, la ciudadanía democrática plena de todos y todas y la creación
efectiva de un orden mundial multipolar y justo, basado en relaciones de
mutuo intercambio.
Con el concurso de las voluntades del pueblo así como sus poderes creadores,
y el espíritu de nuestros Libertadores, debemos vencer la batalla final;es
decir, acabar con la pobreza y consolidar una sociedad que permita la convivencia
en igualdad, cooperación, solidaridad, justicia y paz,así mismo
ofrecerle a las nuevas generaciones y a nuestra madre tierra un mundo
inequívocamente mejor.
LECTURAS SUGERIDAS
Fray Bartolomé de las Casas
Brevísima relación de la destruición de las Indias (1552, original en castellano
antiguo)
La causa por que han muerto y destruido tantas y tales e tan infinito número
de ánimas los cristianos ha sido solamente por tener por su fin último el
oro y henchirse de riquezas en muy breves días...: por la insaciable codicia
e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser
pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas, e las gentes tan humildes,
tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas.... Y esta es una muy notoria y
averiguada verdad, que todos, aunque sean los tiranos y matadores, la
saben e la confiesan: que nunca los indios de todas las Indias hicieron mal
alguno a cristianos, antes los tuvieron por venidos del cielo, hasta que, primero,
muchas veces hubieron recebido ellos o sus vecinos muchos males,
robos, muertes, violencias y vejaciones dellos mesmos.
Pedro Casaldáliga
Obispo brasileño, líder de la Teología de la Liberación Misa
de los Quilombos (1982)
En nombre de un Dios supuestamente blanco y colonizador, al que las naciones
cristianas adoraron como si fuese el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo,
millones de Negros fueron sometidos, durante siglos, a la esclavitud, la desesperación
y la muerte. En Brasil, en la América toda, en la África madre, en el
Mundo... Pero un día, una noche, surgieron los Quilombos, y entre todos ellos,
el Sinaí Negro de Palmares, donde nació el Moisés Negro, Zumbi. Y la libertad
imposible y la identidad prohibida florecieron, en nombre del Dios de todos los
hombres, que hizo la carne, la negra y la blanca, rojas de sangre...
Y ahí están, en pie, rompiendo los grilletes – en casa, en la calle, en el trabajo, en
la iglesia, fulgurantemente negros al sol de la Lucha de la Esperanza. Para escándalo
de muchos fariseos y para alivio de muchos arrepentidos, la Misa de los
Quilombos confiesa, delante de Dios y de la Historia, esta máxima culpa cristiana...
Es la hora de cantar el Quilombo que viene: es la hora de celebrar la Misa
de los Quilombos, en rebelde esperanza, con todos los Negros de África, los Afros
de América, los Negros del Mundo, en alianza con los Pobres de la Tierra.
Simón Rodríguez
La revolución económica (Fragmentos de obras de Samuel Robinson)
Una revolución política pide una revolución económica... Si los americanos
quieren que la revolución política, que el peso de las cosas ha hecho y que las
circunstancias han protegido, les traiga bienes, hagan una revolución económica
y empiécenla por los campos...
La América Española pedía dos revoluciones a un tiempo, la republicana y la
económica: las dificultades que representaba la primera eran grandes, el
General Bolívar las ha vencido, ha enseñado o excitado a otros a vencerlas. Los
obstáculos que las preocupaciones en la segunda son enormes, el General
Bolívar emprende removerlos, y algunos sujetos, a nombre de los pueblos les
hace resistencia en lugar de ayudarlo...
Simón Bolívar
Discurso ante el Congreso de Angostura (1819)
¿Queréis conocer los autores de los acontecimientos pasados y del orden
actual? Consultad los anales de España, de América, de Venezuela; examinad
las Leyes de Indias, el régimen de los antiguos mandatarios, la influencia de la
religión y del dominio extranjero; observad los primeros actos del gobierno
republicano, la ferocidad de nuestros enemigos y el carácter nacional. No me
preguntéis sobre los efectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas
se me puede suponer simple instrumento de los grandes móviles que han
obrado sobre Venezuela...
La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela, y
nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un
diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios de la humanidad, y luego
la redención disipó las tempestades. La esclavitud rompió sus grillos, y
Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han
convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí, los que
antes eran esclavos, ya son libres; los que antes eran enemigos de una madrastra,
ya son defensores de una patria...
El principio fundamental de nuestro sistema, depende inmediata y exclusivamente
de la igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que los hombres
nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado
por la pluralidad de los sabios; como también lo está que no todos los hombres
nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben
practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no
lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene la distinción
efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente
establecida. Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido,
no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace
a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las
leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para
que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una
igualdad ficticia, propiamente llamada política y social. Es una inspiración eminentemente
benéfica, la reunión de todas las clases en un estado, en que la
diversidad se multiplicaba en razón de la propagación de la especie. Por este
solo paso se ha arrancado de raíz la cruel discordia. ¡Cuántos celos, rivalidades
y odios se han evitado!...
Un gobierno republicano ha sido, es, y debe ser el de Venezuela; sus bases
deben ser la soberanía del pueblo, la división de los poderes, la libertad civil,
la proscripción de la esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios.
Necesitamos de la igualdad para refundir, digámoslo así, en un todo, la
especie de los hombres, las opiniones políticas y las costumbres públicas.
Luego, extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos falta por recorrer, fijemos
la atención sobre los peligros que debemos evitar...
Ezequiel Zamora
Proclama de la Federación (1859)
La Federación encierra en el seno de su poder el remedio de todos los males de
la patria. No; no es que los remedia; es que los hará imposibles. Con
Federación atenderá cada Estado a todas sus necesidades y utilizará todos sus
recursos, mientras que juntos constituirán por el vínculo del Gobierno general
el gran bien, el bien fecundo y glorioso de la unidad nacional. El orden público
dejará de ser un pretexto de tiranía, porque será la primera de las atribuciones
de cada Gobierno particular. Tendrán los pueblos magistrados de su exclusiva
elección.
Volveremos la espalda, ya para siempre, a las tiranías, a las dictaduras, a todos
los disfraces de la detestable autocracia... Entretanto, la conciencia de nuestros
derechos, y nuestro valor harán simultáneo, decisivo y omnipotente el movimiento
de los pueblos de Venezuela por la última y la más gloriosa de sus conquistas:
el sistema Federal.
Queremos ahorrar la sangre de nuestros hermanos; queremos la tranquilidad de
las familias y la paz y la libertad imperando en la República. Levántese ella
como un solo hombre, lance el grito de la voluntad, y sus mismos opresores
inclinarán la frente respetuosa ante el soberano, ante el pueblo de Venezuela.
¡Y desgraciados de los que no lo hicieren!
Eduardo Galeano
Las venas abiertas de América Latina (1976)
Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria
de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos;
otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros
perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se
ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial.
Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha
generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los
imperios y sus caporales nativos... Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar
de nuestras clases dominantes –dominantes hacia dentro, dominadas
desde fuera – es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de
bestias de carga...
La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad
de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada
vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos
absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de
la disparidad creciente...
A carga de lanza o golpes de machete, habían sido los desposeídos quienes
realmente pelearon, cuando despuntaba el siglo XIX, contra el poder español
en los campos de América. La independencia no los recompensó: traicionó las
esperanzas de los que habían derramado su sangre. Cuando la paz llegó, con
ella se reabrió el tiempo de la desdicha. Los dueños de la tierra y los grandes
mercaderes aumentaron sus fortunas, mientras se extendía la pobreza de las
masas populares. Al mismo tiempo, y al ritmo de las intrigas de los nuevos dueños
de América Latina, los cuatro virreinatos del imperio español saltaron en
pedazos y múltiples países nacieron como esquirlas de la unidad nacional pulverizada...
¿Pero qué «burguesía nacional» era la nuestra, formada por los terratenientes,
los grandes traficantes, comerciantes y especuladores, los políticos de levita y
los doctores sin arraigo?... Las burguesías de estas tierras habían nacido como
simples instrumentos del capitalismo internacional, prósperas piezas del engranaje
mundial que sangraba a las colonias y a las semicolonias. Los burgueses
de mostrador, usureros y comerciantes, que acapararon el poder político, no
tenían el menor interés en impulsar el ascenso de las manufacturas locales,
muertas en el huevo cuando el libre cambio abrió las puertas a la avalancha de
las mercancías británicas. Sus socios, los dueños de la tierra, no estaban, por su
parte, interesados en resolver «la cuestión agraria», sino a la medida de sus propias
conveniencias. El latifundio se consolidó sobre el despojo, todo a lo largo
del siglo XIX...
Hugo Chávez
El árbol de las tres raíces como fundamento ideológico (años 90)
Vivimos efectivamente, una era donde las ideologías parecieron extinguirse. “El
fin de las ideologías”, la han llamado no pocos estudiosos de la época. El fenómeno
adquiere mayores proporciones en América Latina y particularmente en
Venezuela, donde la gran mayoría de los partidos políticos surgidos paralelamente
al proceso de industrialización, derivaron en organizaciones de corte
populista, totalmente vacías de contenido ideológico.
Por otra parte, se ha hecho persistente la tendencia de nuestros pensadores contemporáneos
a buscar modelos en otras latitudes para importarlos y tratar de
implantarlos en nuestras sociedades. Mientras tanto, nuestros pueblos se han
ido alejando de nuestras raíces históricas, allí donde seguramente se encuentran
las claves para descifrar el terrible enigma que nos mantiene en un ir y
venir por el abismo de la historia, ya a las puertas del siglo XXI...
Las ideologías son ayudas de navegación para surcar los tiempos y los espacios,
dándoles rumbos precisos a las sociedades y a las naciones. Y es precisamente
en este marco desideologizado, y con el propósito de hallar recursos válidos
para que nuestro pueblo avance por el mapa intrincado y complejo del futuro,
que nos hemos atrevido a invocar un modelo ideológico autóctono, y enraizado
en lo más profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico del ser
nacional...
Existen entonces compatriotas, una sola y poderosa razón: Es el Proyecto Simón
Rodríguez (El Maestro), Simón Bolívar (El Líder) y Ezequiel Zamora (El General
del Pueblo Soberano), referencia verdaderamente válida y pertinente con el
carácter socio histórico del ser venezolano, que clama nuevamente por el espacio
para sembrarse en el alma nacional, y conducir su marcha hacia la segunda
21ª centuria...
El Clamor se hace indetenible por los caminos de Venezuela. Se acerca y se hace
torrente, se confunde en el estremecimiento del pueblo venezolano. Este proyecto
ha renacido de entre los escombros y se levanta ahora, a fines del Siglo XX,
apoyado en un modelo teórico político que condensa los elementos conceptuales
determinantes del pensamiento de aquellos tres preclaros venezolanos... el
árbol de las tres raíces: Ezequiel Zamora, Bolívar y Robinson. Tal proyecto, siempre
derrotado hasta ahora, tiene un encuentro pendiente con la victoria.
Nosotros, simplemente, vamos a provocar dicho encuentro inevitable... Las tres
líneas de pensamiento convergen y producen una sola resultante, perfectamente
compatible con el carácter social venezolano y latinoamericano. Sigamos
entonces su rumbo y retomemos la esperanza perdida. Orientemos la nave con
el faro de los tiempos. ¡Nuestro pueblo no tiene otra alternativa!
Bolívar por Alí, Martí y Neruda
Alí Primera. Canción Bolivariana
Bolívar bolivariano / no es un pensamiento muerto / ni mucho menos un santo
/ para prenderle una vela... / Toma mis espuelas / que hay que jinetear de nuevo
/ tú te vas de pueblo en pueblo / a despertar a la gente / que alcen más y más
la frente / para merecer la gloria / de hacer de nuevo la historia / liberando al
oprimido / que si el pueblo está dormido / nunca ganará la gloria.
José Martí
Así está Bolívar en el cielo de América, sentado aún en la roca de crear, con el
inca al lado y el haz de banderas a los pies. Así está él calzadas aún las botas
de campaña, porque lo que el no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque
Bolívar tiene que hacer en América todavía.
Pablo Neruda
Canto a Bolívar (fragmentos)
Padre nuestro / Que estás en la tierra / En el agua, en el aire / De toda nuestra
extensa / Latitud silenciosa / Todo lleva tu nombre Padre / En nuestra morada...
/ Donde una boca grita libertad / Donde un oído escucha / Donde un soldado
rojo / Rompe una frente tarda / Donde un laurel de libres brota / Donde una
nueva bandera / Se adorna con sangre / De nuestra nueva tierra.
Bolívar, Capitán, / Se divisa tu rostro / Otra vez entre pólvora y humo / Tu espada
está naciendo / Otra vez tu bandera / Con sangre se ha bordado / Los malvados
atacan / Tu semilla de nuevo... / Pero hacia la esperanza / Nos conduce
tu sombra... / Tu voz nace de nuevo / Tu voz otra vez nace, / Tu ejército defiende
/ Las banderas sagradas / La libertad sacude / Las campanas sangrientas...
Libertadores, / Un mundo de paz / Nació en tus brazos, / La paz, el pan, el trigo
/ De tu sangre nacieron / De nuestra joven sangre... / Saldrá paz, pan, trigo /
Para el mundo que haremos. / Yo conocí a Bolívar / Una mañana larga / En
Madrid, / En la Boca del Quinto Regimiento. / Padre, le dije, / ¿Eres o no eres o
quién eres? / Y mirando al Cuartel de la Montaña / Dijo: Despierto cada cien
años / Cuando despierta el pueblo.
Simón Bolívar
Discurso de Angostura
Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca, mi alma se remonta a la
eminencia que exige la perspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso.
Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos
futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el
esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me
parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas
costas, entre esos océanos, que la naturaleza había separado, y que nuestra
patria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo,
de centro, de emporio a la familia humana; ya la veo enviando a todos los
recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; ya
la veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida a los hombres
dolientes del antiguo universo; ya la veo comunicando sus preciosos secretos a
los sabios que ignoran cuan superior es la suma de las luces, a la suma de las
riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de
la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar
al mundo antiguo la majestad del mundo moderno.
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