Por:Roberto Hernández Montoya
Caracas, miércoles 20 de junio de 2007
Ver también Los malcriaditos arrugaron [jueves 7 de junio de 2007]
Una derrota perfecta y
La oposición perfecta
Av. Luis Roche, Altamira, Caracas, 8 de junio de 2007 (foto RHM).
La oposición se especializa en derrotas impecables. La del Referendo fue una. Insistió en que solo aceptaría el veredicto de la OEA y del Centro Carter. Pues bien, estos dijeron que Hugo Chávez había ganado. El único remedio entonces fue gritar fffRRRaude. Henry Ramos Allup anunció que al día siguiente presentarían las pruebas. Solo balbucieron babiecadas como satélite ruso, hacker cubano y cisne negro. O que el gobierno cambió el sí por el no, con lo que resultaría que Chávez obtuvo el 97% en La Lagunita.
Ahora los niños bien superaron esa perfección en la Asamblea Nacional. Yo creía que la perfección no podía perfeccionarse, pero la oposición ha conquistado al menos dos portentos: no solo que el ser humano puede alcanzar perfección sino que puede superarla.
Veamos: pidieron con una pataleta malcriada que querían ir a la Asamblea Nacional a debatir. «Si no nos recibe la Asamblea Nacional nos tiramos al piso gritando». La Asamblea Nacional concedió derecho de palabra a diez de ellos, 15 minutos cada uno, o sea, 150 minutos, o sea, dos horas y media, o sea. Y en cadena nacional. Ante la prensa nacional e internacional. Pedían libertad de expresión y tuvieron la máxima imaginable en la más alta tribuna nacional y en cadena de radio y televisión, como ellos mismos pidieron. O sea, Chacumbele. Se tumbaron todos los argumentos. Y para colmo son tan bolsas claras que se les cayó la página más significativa del guion de la publicidad: la última, donde estaba la acotación de «me quito la camisa». La oportunidad inigualable de once in a lifetime, de toda una vida, convertida en el papelón más grande de la historia.
Pero hicieron bien. Ante una confrontación con estudiantes bolivarianos que vuelan con jaula y todo, solo quedaba minimizar las pérdidas. Quien asesora a estos escuincles les ordenó huir, porque confrontar hubiese sido una torta mayor. Cualquier pretexto servía: que se sentían amenazados por la chusma, con lo que confesaron cobardía porque estaban escoltados por la misma policía que ellos abalearon en esos días. Que ese no era el lugar de un debate, pero ¿por qué lo pidieron entonces? No, no encuentro defensa posible, salvo las gansadas que alegaron.
Por eso les va como les va.
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